viernes, 12 de diciembre de 2008



VOLVER A SUS SABORES


Oriundo de Wehrenberg, Philip Andrew Schwaitzer tenía doce años cuando, arrancando de la policía después robarse una bicicleta, se escondió en un carguero que preparaba su zarpe.
Nunca supo por qué no hizo nada por bajarse y, en Mayo de 1890, llegó a Euparnasso.

Alto y fornido, trabajó seis años en el hospital de Curnita, siendo el encargado de llevar los fallecidos a la morgue. Lejos de las camillas y mucho antes de las normas de higiene y sanidad, con los cuerpos, ya fríos, sobre los hombros, atravesaba los corredores del hospital abriéndose paso con las extremidades del muerto, chocando con todas las puertas y algunos distraídos que se cruzaban en su camino.


Aburrido de los cadáveres, viajó a Chile en donde, después de recorrerlo, hizo su vida navegando a lo largo del Pacífico.

De las tierras del Norte, traía novedades como cristalería, medias y fantasía fina; de las del Sur, animales.

Un día de lluvia, compró doce ovejas flacas y medio lampiñas. Al subirlas al barco, notó que otro comerciante llevaba más del doble y muy superiores a las suyas. En alta mar, Philip le habló de sus viajes, de las aguas del Norte, de las rubias de allá y de que el aire marino era el mejor nutriente para los ovinos. Al llegar a puerto, comprobó que su teoría era cierta cuando, al bajar, sus ovejas eran las más grandes y peludas.

Amante de las fiestas, elocuente y seguido siempre por mujeres hechizadas por su semblante y galantería, tuvo varios hijos sin saberlo.


En Lebu lo esperaba Noelia, quien, alerta a cualquier punto en el horizonte, era la primera en divisar el navío que traía a su hombre. Lo amó cada vez que ahí estuvo, dejándolo siempre ir al primer sonar de la sirena; para volver a extrañarlo y esperarlo; para indagar otra vez en la lejanía hasta que él volviera a su puerto, a su cama, a sus sabores, hasta saciarse y, una vez más, dejarlo ir y volver a extrañarlo y volver a esperarlo para indagar otra vez en la lejanía, hasta que él volviera a su puerto, a su cama, a sus sabores.

Seis años amó a este hombre del mar y nunca nadie supo esta historia. Otros siete lo esperó. Primero en el umbral de su puerta, luego apoyada en el alféizar de su ventana y finalmente en la mesa con el costado de su cara sobre esta, como intentando escuchar las insinuaciones de algo tan inconmovible como al que había amado tanto.

Marina Díaz, hija de Noelia Díaz y Philip Andrew Schwaitzer, creció junto a su madre en este pueblo minero.

Dicen que, de niña, era feliz. A ratos, todavía lo es.

Tenía seis años cuando, alistándose para la travesía que la mudaría a Valle Seco, su madre la mandó a comprar un ovillo de cáñamo, para envolver los bultos que acarrearían sus pocas tenencias.

Ya en la pulpería, el vendedor se le acercó y le dijo al oído
- Ese que está ahí, con el Teo, es tu padre. Es el señor Fílip.
Marina miró al fondo de la pulpería y, sentado sobre el mesón de las telas, jugando con el metro de madera, estaba él: el hombre más hermoso que había visto. Diferente a todos los de aquel pueblo; alto, albo, distinguido.

Ella creyó siempre que su padre había muerto y, al verlo, su corazón quedó inmóvil por un momento, para luego sentir como este ametrallaba a su vestido, apuntándole aquel hombre que podía responder, no sólo a todas las preguntas que su madre nunca contestó, sino a todas las que en ese minuto afloraban.

- ¿Mi padre? No puede ser ¿Por qué, entonces, mi madre cree que está muerto? Si fuese él, estaría conmigo - pensaba, mientras lo espiaba desde la caja.
- ¡Señor Fílip! Esta es la Marinita.
Dice el cajero, apuntándola con el mentón, mientras hacía un ademán con la trompa y las cejas.
El gringo dio media vuelta y, al ver a esta niña, que parecía haberse petrificado, le dice amistosamente
- Así que tú eres la famosa Marinita.
Y junto con el primer paso que el Míster da hacia ella, la niña sale del almacén corriendo, sin saber por qué arrancaba de ese desconocido que la llamaba desde la puerta
- ¡Marinaaaaa! ¡Mariniiiiita! ¡Ven niña, si sólo quiero conocerte!
Corrió las ocho cuadras que había entre la pulpería y su hogar, sin poder dejar de comparar sus ojitos azules y su palidez con la de ese forastero.
Al llegar a casa, le dijo, desafiante, a su madre
- Estuve con don Fílip.
- ¿Y quién es ese?
Y ahí quedó la conversación. Era más fácil la primera historia, la de su madre; la del padre que murió en la mina.

Pero no pudo dejar de pensar en él. En el hombre más bello que había visto, en el que tenía sus ojos, sus colores y, tal vez, hasta su olor.
- ¿Por qué tenemos que irnos hoy? ¿Y si nos vamos mañana? ¿O la próxima semana? ¿Por qué nos vamos, Mamá? ¿Por qué nos vamos?

Pero el ovillo de cáñamo ya había atado las tres pertenencias y el buque ya soltaba amarras.Trató de no volver a pensar en él, al menos, no como algo cierto y continuó siendo una equilibrista de panderetas, caminadora sobre el barril de los baños estivales y navegante en origami.

Philip murió de 32 años al apostar su coraje.
Cruzando la desembocadura del Bío-Bío, dio su carne a los cangrejos; los mismos que habrían de alimentar a su niña prescindida y a la que fue su amante intermitente, quien nunca supo la razón de su abandono.

En sus tierras, las germanas, desde el día en que aquel navío se hizo a la mar, nunca más se supo de él. Dicen que su madre lo buscó por 36 años, varios años más de lo que él vivió y, al resignarse, murió de pena, recostada sobre la cama que, en tiempos mejores, era de su niño.

23 comentarios:

Loredana Braghetto dijo...

entonces ...

un abrazo para usted en esta tierra que estamos compartiendo por estos minutos.

Alacran... es mi naturaleza... dijo...

Vaya como a veces la vida de confabula para cruzar caminos y descubrir historias que, en verdad, son mas magicas que las que nosotros creimos al crecer.

A veces se requiere ser valiente, osado, sobervio y hasta altivo para que la vida te premie con una conquista.

Otras solo hay que mantener la humildad para agradecer lo conquistado.

que crees tu?

Alvaro en OZ dijo...

vivió rápido y así murió, dejando a la inquieta niña en un océano de dudas.....gran relato
saludos ¡¡¡

Kristian dijo...

que buen relato, la verdad a veces, parecemos títeres, como si alguien moviera los hilos por nosotros!

primera vez aquí.
un gusto

beso.

gallardo dijo...

Esta historia es maravillosa, y tu sabes o deberías saber que no es fácil que yo diga algo así. Esta llena de dulzura, de sutil maldad, de inocencia añorable, de desenlaces inesperadamente poéticos.
Mis respetos querida cuentista.
No pares, esto es lo tuyo.
Apuesto a esto un ámbito bucólico completo!
Excelente.
Que alegría.

Anónimo dijo...

Dan ganas que hubiese sido un extenso cuento ¡¡¡

Me gusto el personaje de esperas interminables, como lo fue la tía Mercedez con su esposo lejano¡¡¡siempre me provocó pena.

Clamentina, porqué no extiendes tus relatos y nos sumerjes en esas historias con tu facilidad de relato...

Siempre me quedo con un sabor de "espera interminable".

Walter

Mónica Gutiérrez Pereira dijo...

Hoy leí sus comentarios y casi he llorado. No se imaginan lo feliz que me hace que me lean y que se den el tiempo de decirme cuanto les gusta.

Es el combustible necesario para tomar el toro por las astas y decidirme a renunciar al mundo real y sumergirme en el de la fantasía de las letras, estas letras analfabetas que me descolocan a veces.

Muchísimas gracias, mis queridos lectores, ustedes hacen que me den ganas de seguir escribiendo y mejorando.

Ya vendrán mejores.

Unknown dijo...

que historia!! asi es la mare

me mataste con "perversa luna de hiel"...lejos mi favorita con "relaciones peligrosas"

abrazo

en los te leo el tecleo

Puppetmaster dijo...

Me gusta como escribes, la das un toque de fantasia a una historia que se debe dar mucho en la vida porteña.

saludos!!!

mario dijo...

una taza con agua de mar

m

Blas Torillo Photography dijo...

¿Fantasía?

Morir de amor o de esperanza.

A veces no me parece fantasía. Si a veces lo veo tan cerca.

Besos MonVal. Seguimos ¿Seguimos? Ojalá.

Alacran... es mi naturaleza... dijo...

Volvi a leer tus escritos....pero mas que nada volví a leer tu descripción...

Y que impotencia me da leerla, porque me resulta como un desafió, un enigma que no puede dejarse pasar, porque no sabría si escribirte un poema dulce o uno triste... o una historia con una fantasía erótica, y no puedo salir de la duda, y no puedo preguntarte y pucha, soy alacrán y sigo mi naturaleza, y no puedo dejar de pensar un poco mas allá, con mi curiosidad de gato y mi porfía de arácnido.

En fin, que impotencia leerte sin poder hablarte. Me da rabia, me doy rabia.

Mónica Gutiérrez Pereira dijo...

...pero si me estas hablando...

Todas las opciones que propones son adecuadas, el problema es que no lo haces.

Alacran... es mi naturaleza... dijo...

ok, tomare tu desafio...atenta a las letras que caeran por diversos lugares.....

Alacran... es mi naturaleza... dijo...

Ya está, quizas no muy orgulloso de la calidad, pero al menos con el deber cumplido...

Las encontraste?????...cuando las pilles me avisas, estare atendo leyendo por aca (solo espero no me las devuelvas tirandomelas por la cabeza).

El Apestado dijo...

Quién como él, tan apestosamente heróico. Bueno, bueno, me ha gustado

Mónica Gutiérrez Pereira dijo...

Es mi abuelo materno, mi abuelo Manuel, a quien nunca conocí.

Puppetmaster dijo...

Que paso con tu ultimo post???????????????, estaba bueno!!!

Anónimo dijo...

Y tu dónde estás ??

Te raptaron los marcianos? amor ¡¡¡

Te extrañamos

Walter

Angélika Pulido dijo...

Hola Monica..! me gusta esta historia.. es tan real que pude sentirla....debo decirte que un puente invisible me ata a tu tierra...

besos

Angélika Pulido dijo...

Ahora me ha encantado más despues de leer un poco tus comentarios y percatarme que el protagonista de esta historia es tu abuela... es brillante tu relato me encanto...!

Unmasked (sin caretas) dijo...

Aunque me cueste decirlo, muy buen texto. Y tiene estilo propio, lo mas dificil de lograr. Mira, y sabes escribir, que milagro. :)

Me despido, voy a cerrar, pero no queria dejar de pasar, hacer ruido con mis botas en forma descarada, y agradecerte tu lengua mal portada y los buenos y malos momentos en lo de "nuestro" carlitos.

Es que no me quedan enemigas! vos me has sobrevivido!!! La unica "enemiga" que me ha caido simpatica. Por eso, mis respetos desde el norte y la media sonrisa petronimica para que la guardes en algun punto del altiplano.

Chau nena, nos vemos si los dioses estan de mi lado.

La mal portada

Mónica Gutiérrez Pereira dijo...

No puedo creerlo, Petra!!
viniendo de ti si que es un cumplido!
¿Por qué cierras? No lo hagas! Acá nadie pelea conmigo!! necesito enemigas!!!!! NO TE VAYAAAAAAAAAAAAS!!!!!!